Fernando Arturo Subercaseaux, 19 años. Estudiante de Derecho UDP.

Animales políticos & políticos animales

marzo 23, 2009 , Posted by Fernando Arturo Subercaseaux at 11:44 p. m.

El día de hoy, hace exactamente hace 234 años, el 23 de Marzo de 1775, Patrick Henry, integrante de la Casa de Burgueses de Virginia, USA, proclamó uno de los discursos más significativos en la Revolución Americana. En una sesión legislativa en que se discutía si dicho estado debería movilizarse contra la armada británica en plena Guerra de Independencia, Henry pasó a la historia inmortalizando las siguientes palabras:

¿Es nuestra vida es tan querida, o la paz tan dulce, para ser comprada al precio de cadenas y esclavitud? ¡Prohíbelo, Dios Todopoderoso! No sé que curso seguirán los otros; pero al menos para mí,

¡Dame libertad o dame la muerte!

El grito que no quieres escucharNotable. Pero piensen ahora, ¿Quién pronunciaría esas palabras hoy? ¿Quiénes son aquellos que sufren por la satisfacción de las "necesidades" de terceros? Probablemente si nuestros oídos fueran capaces de escuchar los corazones de quienes sufren en el mundo, nos arrancaríamos las orejas de rabia ante lo poco humanos que somos como especie. Quizás nos conmuevan las voces de aquellas mujeres que son vendidas como esclavas sexuales en Tailandia o los niños que son vendidos como mano de obra en China. Quizás nos hagamos los sordos ante quienes sufren de los ríos de sangre que se vierten día a día en Sudán, en la guerra entre carteles narcotraficantes en México o tras 18 años de guerra civil en Somalía. Por supuesto, y como es de esperarse, tampoco diremos nada por quienes sufren de opresión, como los monjes acribillados en Birmania, los torturados de Guantánamo, los prisioneros políticos de Korea del Norte o en nombre de quienes se han ido en guerras civiles en toda África. Nadie de nosotros dirá nada por ellos, su distancia atenúa su sufrimiento y llega a nuestros oídos como un simple zumbido de nuestra conciencia. Si como humanos somos incapaces de ayudar a quienes sufren en el mundo, tan humanos como yo que escribo o como tú que lees, ¿Se puede realmente exigir mucho para los animales?

A diferencia de nosotros, los animales constituyen redes sociales y políticas para sobrevivir y, por básicas que resulten ante nosotros, son efectivas en lo que nuestro políticos nos fallan: el bienestar común. Ellos no saben de burocracia, mociones, elecciones, contratos ni nada, pero aún así es el altruismo innato de cada especie lo que los sustenta. El ayudarse mutuamente ha probado ser la mejor EFE (Estrategia de Fortalecimiento Evolutivo) jamás desarrollada en la naturaleza, pero la especie humana ha sido históricamente la que menos ha hecho uso de ella, al punto de que nos resulta natural basurear a aquel que ayuda a otros, pero no a aquel que nos explota. Los colegios nos enseñan que en la jungla impera la "ley del más fuerte", aún cuando en la naturaleza los animales se conformen socialmente de tal modo en que ninguno de sus integrantes sufra de carencias. ¿Podríamos decir lo mismo sobre nosotros? ¿No somos acaso nosotros quienes nos regimos por la competitividad, el exitismo y el emprendimiento? Ahora pregunto, ¿Quién es quien realmente se rige por la ley del más fuerte?

La ciencia al servicio del hombrePor lo general nos referimos a los animales como seres inferiores, siguiendo la lógica griega de Plotino de que "El ser humano es el punto intermedio entre las bestias y los dioses". Sin embargo, en los tiempos de Plotino no existía ciencia cierta que nos describiera qué son los animales más allá de lo que ven nuestros ojos. No existía la biología evolutiva, ni la veterinaria, ni la psicología, ni la etología. Con el tiempo fueron creciendo las religiones abrahámicas (Cristianismo, judaísmo, Islam) posicionando al hombre por sobre el resto de toda la naturaleza como la mayor obra de arte de la Divina Concepción, aún cuando somos nosotros quienes nos hemos encargado de destruir su creación. Para el humano común, los humanos somos la cúspide de la cadena alimenticia, el más desarrollado fruto de la evolución y una obra maestra del que está en el Cielo. Para aquel chileno que se sustenta en su ignorancia y antropocentrismo, el resto de la naturaleza está a su disposición libremente, sin considerar las consecuencias de sus actos. ¿Hay algo más típicamente chileno que hacer las cosas dando palos de ciegos?

La pasión artística de VidalUn chileno común y corriente, medio ignorante, que piensa que los animales pueden ser usados para hacernos reír, como la diputada Ximena Vidal, ex del artista Ramón Farías, quien los defiende porque los niños "tienen oportunidad de ver animales exóticos o mascotas entrenadas para hacer el deleite del público", aún cuando lo único que ésto inculque en los niños es a ver a los animales como meros objetos divertidos, tal cual un Game Boy o un PSP, en vez de promover el respeto hacia los animales. En la naturaleza, ningún animal esclaviza y dispone de otros para que lo hagan reír. Diputada, esto se llama SADISMO.

El mentor de QuinterosUn chileno medio bruto para sus cosas, como Rabindranath Quinteros, que prefiere gastar su tiempo invitando a Frei e Insulza a conocer su repostería puertomonttina (que de pasada, es una delicia!) en vez de pensar en una solución más inteligente y respetuosa del medio ambiente, como planes de esterilización o vacunación, que hacer un llamado a las autoridades sanitarias a eliminar perros vagos, acción ilegal a la cual agrega que "nosotros le vamos a colaborar". No se espera mucho más del kuchënero Quinteros tampoco, no es requisito para ser alcalde entender que el exterminar perros vagos resulta contraproducente, al no constituir un factor detrimente de la población de perros vagos e incitándolos a volverse más agresivos ante ataques de funcionarios municipales.

El deporte parlamentario, ¡DOGBALL!Algo típicamente chileno, y hasta el nombre lo exhibe, es andar a palos de ciego. Mientras en el resto del mundo desarrollado se discute sobre prohibir la experimentación y los circos con animales, regular los animales de producción industrial e ir restringiendo día a día la caza, en Chile estamos recién discutiendo una ley marco de bienestar animal. A eso, aún tampoco se aprueba el proyecto que tipifica el maltrato animal, puesto que nuestros parlamentarios (al más puro estilo chilensis) consideran que el castigo para tales actos debe ser el menor posible. Tal nivel de desconsideración tienen para con los animales que el año 2003 el Presidente Ricardo Lagos debió vetar dicho proyecto tras ser aprobado... ¡Porque rebajaba las insignificantes sanciones actuales!

¡Una década y media de maltrato animal!Ambas propuestas legales fueron planteadas en los '90 (1995 y 1998 respectivamente) y con un Congreso que históricamente le ha prestado atención al tema del bienestar animal, los diputados Pedro Álvarez-Salamanca y Juan Bustos (Q.E.P.D., ambos) murieron sin ver que sus proyectos fueran aprobados. Isabel Allende, María Angélica Cristi, Nelson Ávila, Francisco Encina, Fulvio Rossi, Jorge Burgos, Enrique Jaramillo y Alejandro Navarro ya llevan más de una década con su proyecto de bienestar animal sin aprobar (el resto de los diputados vivos autores de dichos proyectos ya no son parlamentarios), y recién ahora, y gracias al accionar del senador Antonio Horvath, es cuando ambos proyectos pueden estar "prontos" a ser aprobados, con el apoyo del ministro Viera-Gallo... ¡Tras 14 años!

¿Te gustaría estar ahí??Hoy ya no estamos en las mismas circunstancias que hace 15 años. Hoy no estamos para tolerar más maltrato y crueldad hacia animales, ni la destrucción del medio ambiente. Hoy no estamos para proyectos de ley que pretendan velar por el bienestar animal, pero que legitimen y respalden los circos con animales, como la moción parlamentaria presentada hace unos días por Francisco Chahuán, quien se ha manifestado al menos preocupado sobre el tema. Ni mucho menos estamos en disposición de tolerar una ridícula urgencia simple (carácter que obliga a un proyecto de ley a ser aprobado en 30 días) al proyecto de maltrato animal para luego quitarla en sólo 8 días. Hoy tengo mucha confianza en parlamentarios que con sus palabras me dan la esperanza de que las cosas pueden cambiar para bien, por una sociedad más respetuosa por el medio ambiente y los animales. Pero esa esperanza se ve opacada por la ignorancia, frialdad y desconsideración de algunos, quienes prefieren mirar hacia otro lado ante el maltrato, sólo para ver lo "bello" del resultado.

Por último seré sincero. La razón de fondo de todo esto es porque quiero luchar por mi futuro y el de quienes vengan después de mí. ¿Ustedes acaso tuvieron que preocuparse por nuestro medio ambiente cuando tenían mi edad? Quisiera con todo mi corazón que mis hijos puedan tener la posibilidad de conocer la maravilla de mundo en el que vivimos, con selvas, bosques, nuestros ríos y valles, pero con sus indeterminaciones no tengo ni siquiera la certeza de si existirán para que ellos los vean. Perder el futuro de mi país, aquel en que vivirán mis hijos y los suyos, no es como perder una elección o que un proyecto no les sea aprobado. Perder a mi país, a su naturaleza y sus animales, es perderlo todo. Si a ustedes realmente les importa el país al cual dicen estar representando, hagan que sus decisiones lo reflejen. ¡No lo destruyan!

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